ESA PETICIÓN que le hacían los directores de cine a Bruce Lee, la de que se moviera y diera los golpes más despacio para que se pudieran apreciar mejor en la pantalla, me parece que es una petición que se puede hacer también a los escritores: no me llenéis el poema con treinta hortensias, tíos, que luego no sé a qué hortensia mirar.