lunes, 7 de octubre de 2024


¿POR QUÉ odio mis propias pintadas o por qué las odio a veces, pues de lo contrario no las haría? Las odio porque la mayoría de ellas son frases definitivas, concluyentes, redondas, fascistas, que no incluyen todo el proceso de pensamiento que he invertido para llegar a ellas, proceso que fue muy diferente: abierto, dubitativo, elucubrador. Las frases definitivas son como esos puñetazos en la mesa que dan los cuñados de bar y, de hecho, cuántas veces he pensado que el aforista es el cuñado de la literatura, alguien que arrecia en su dogmatismo para ocultar su ignorancia.