EL MEJOR escritor es el dramaturgo, la mirada más amplia es la del dramaturgo, el catalejo más afinado, el punzón más profundo, el espejo más limpio, son los del dramaturgo. Cuántas veces me he dicho yo, Batania, por favor, deja de decir una cosa el martes y la contraria el jueves, abandona el horror de las definiciones y las listas jerárquicas y atrévete a tu dramaturgo, porque tu dramaturgo salva todos tus Batanias interiores y hasta opuestos, lo mismo tu incendiario, tu bombero, tu niño, tu anciano, tu diva, tu policía y tu paracaidista, el dramaturgo da cabida a todos tus yoes en rango de igualdad asimétrica hasta acabar con la náusea de tu sectarismo. ¿Y por qué no consigo aún, si me doy cuenta de mis errores, por qué no he estrenado todavía a mi dramaturgo? Por la sencilla razón de que las voces de mi cabeza siguen siendo demasiado jóvenes y carnívoras, son voces que se niegan las unas a las otras y quieren imponerse como sea: las voces de mi cabeza siguen siendo monoteístas e impiden el nacimiento de la asamblea y mesa redonda de mi dramaturgo.